LOS CONFINES DEL SER
Existe un profundo paralelismo entre la vida de cada ser humano y lo descrito en aquella fábula, escrita en forma de novela, Juan Salvador Gaviota, de Richard Bach, que trata sobre una gaviota y su aprendizaje sobre la vida y el volar; esto se convierte, y tengo la certeza absoluta sobre esto, en un análisis sobre el auto perfeccionamiento y el sacrificio; sobre las capacidades de cada "yo" acerca de discernir sobre los límites que nos imputamos, tangibles o intangibles, aún cuando sabemos intrínsecamente que éstos no existen, que son solo obligaciones fijadas por nuestra mente y espíritu, y de los temores propios que afloran y que nos imbuye el medio en el que nos desenvolvemos; de la fuerza que puede y debe irradiar cada persona en su diario enfrentamiento entre su interior con el exterior que lo rodea y sus complejidades; en la transposición de su actitud por sobre las falsas posturas e imposiciones; en aceptar, de manera metafórica, de que si somos capaces de "volar" hasta los distintos estadios o niveles que nos impongamos, dejando fuera cualquier tipo de competición.
La aplicación de los corolarios de este autoanálisis nos permitirá ser conscientes de saber cuando ya hemos llegado a una estancia o un plano más elevado de existencia, basándose en la búsqueda interior del ser, de la superación personal, del sacrificio y de la necesidad de conocer hasta dónde podemos llegar cuando buscamos algo más que satisfacer nuestras necesidades materiales, comprendiendo la trascendencia de lo que significa "ser", de lo que significa "estar", de lo que significa "hacer", y como consecuencia de lo anterior, inferir la importancia que tiene el significado de la vida; pero estando siempre ahí, en el mundo que nos rodea y nos trata de limitar; aceptando que la vida no es más que una coexistencia que debe ser percibida en su cualidad pura de que es incompleta, por el hecho de que conduce al ser humano a enfrentarse con la certeza de la muerte, constituyéndose esto en la única limitación real a la que debe encarar en un determinado momento de su estadía terrenal.
Para alcanzar lo anteriormente enunciado es necesario basarse en una actitud que haga hincapié en la dignidad y el valor de la persona, desplegando la percepción de que son seres racionales que poseen en sí mismos la capacidad para hallar la verdad y practicar el bien, sin dejar de ser auténticos y positivos.
En la actualidad existen grandes amenazas que tratan de impedir que estos propósitos primen y se conviertan, dentro de la pirámide de prioridades esenciales del Yo, en el estadio más alto que cada uno debe tratar de alcanzar para lograr el grado de plena existencia interna que busca.
Existe, a nivel mundial, una mutación ocasionada por la caída de todo tipo de paradigmas, valores o referentes que aún estaban vigentes y que se constituían en parámetros de vida para un gran sector de la sociedad que conforma la aldea global.
Esta metamorfosis ha generado un ambiente de crisis, de cuestionamientos a todos y a cada uno de los principios, de los ideales; de una confusión de valores y hasta, y esto es lo más preocupante, de anomia o carencia absoluta y degradante de normas. ¿Será acaso un variación de parálisis mental social?
Se podría atribuir estos signos de una inminente crisis de valores a la mundialización de la información y la comunicación, a la globalización de la economía, al desarrollo de la nano tecnología, de la ultra ciencia y de la meta tecnología, a la brecha de desigualdades entre personas y naciones pudientes e indigentes, a la creciente corrupción y a otros fenómenos de escala mundial que han alcanzado un alto nivel de incidencia en la cultura actual.
Será, acaso, que estamos entrando en un proceso de mutación de carácter civilizatorio, es decir, estamos pasando de una etapa histórica que ha durado mucho tiempo, que puede ir desde el Renacimiento hasta la época actual, hacia un nuevo mundo en donde su principal elemento será la transvaloración o pérdida o mutación de los valores intrínsecos y primordiales.
Estas hipótesis serán verificables solo cuando decidamos enfrentar al tiempo y entremos, conjuntamente, en esa galería que se encuentra al final de cada estado existencial y aprendamos a "volar" sin ataduras terrenales de ninguna índole.
Existe un profundo paralelismo entre la vida de cada ser humano y lo descrito en aquella fábula, escrita en forma de novela, Juan Salvador Gaviota, de Richard Bach, que trata sobre una gaviota y su aprendizaje sobre la vida y el volar; esto se convierte, y tengo la certeza absoluta sobre esto, en un análisis sobre el auto perfeccionamiento y el sacrificio; sobre las capacidades de cada "yo" acerca de discernir sobre los límites que nos imputamos, tangibles o intangibles, aún cuando sabemos intrínsecamente que éstos no existen, que son solo obligaciones fijadas por nuestra mente y espíritu, y de los temores propios que afloran y que nos imbuye el medio en el que nos desenvolvemos; de la fuerza que puede y debe irradiar cada persona en su diario enfrentamiento entre su interior con el exterior que lo rodea y sus complejidades; en la transposición de su actitud por sobre las falsas posturas e imposiciones; en aceptar, de manera metafórica, de que si somos capaces de "volar" hasta los distintos estadios o niveles que nos impongamos, dejando fuera cualquier tipo de competición.
La aplicación de los corolarios de este autoanálisis nos permitirá ser conscientes de saber cuando ya hemos llegado a una estancia o un plano más elevado de existencia, basándose en la búsqueda interior del ser, de la superación personal, del sacrificio y de la necesidad de conocer hasta dónde podemos llegar cuando buscamos algo más que satisfacer nuestras necesidades materiales, comprendiendo la trascendencia de lo que significa "ser", de lo que significa "estar", de lo que significa "hacer", y como consecuencia de lo anterior, inferir la importancia que tiene el significado de la vida; pero estando siempre ahí, en el mundo que nos rodea y nos trata de limitar; aceptando que la vida no es más que una coexistencia que debe ser percibida en su cualidad pura de que es incompleta, por el hecho de que conduce al ser humano a enfrentarse con la certeza de la muerte, constituyéndose esto en la única limitación real a la que debe encarar en un determinado momento de su estadía terrenal.
Para alcanzar lo anteriormente enunciado es necesario basarse en una actitud que haga hincapié en la dignidad y el valor de la persona, desplegando la percepción de que son seres racionales que poseen en sí mismos la capacidad para hallar la verdad y practicar el bien, sin dejar de ser auténticos y positivos.
En la actualidad existen grandes amenazas que tratan de impedir que estos propósitos primen y se conviertan, dentro de la pirámide de prioridades esenciales del Yo, en el estadio más alto que cada uno debe tratar de alcanzar para lograr el grado de plena existencia interna que busca.
Existe, a nivel mundial, una mutación ocasionada por la caída de todo tipo de paradigmas, valores o referentes que aún estaban vigentes y que se constituían en parámetros de vida para un gran sector de la sociedad que conforma la aldea global.
Esta metamorfosis ha generado un ambiente de crisis, de cuestionamientos a todos y a cada uno de los principios, de los ideales; de una confusión de valores y hasta, y esto es lo más preocupante, de anomia o carencia absoluta y degradante de normas. ¿Será acaso un variación de parálisis mental social?
Se podría atribuir estos signos de una inminente crisis de valores a la mundialización de la información y la comunicación, a la globalización de la economía, al desarrollo de la nano tecnología, de la ultra ciencia y de la meta tecnología, a la brecha de desigualdades entre personas y naciones pudientes e indigentes, a la creciente corrupción y a otros fenómenos de escala mundial que han alcanzado un alto nivel de incidencia en la cultura actual.
Será, acaso, que estamos entrando en un proceso de mutación de carácter civilizatorio, es decir, estamos pasando de una etapa histórica que ha durado mucho tiempo, que puede ir desde el Renacimiento hasta la época actual, hacia un nuevo mundo en donde su principal elemento será la transvaloración o pérdida o mutación de los valores intrínsecos y primordiales.
Estas hipótesis serán verificables solo cuando decidamos enfrentar al tiempo y entremos, conjuntamente, en esa galería que se encuentra al final de cada estado existencial y aprendamos a "volar" sin ataduras terrenales de ninguna índole.
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