viernes, 17 de abril de 2009

Opinión / Iván Romero Abril

LA RETRIBUCIÓN DEL PUEBLO

El pueblo es en su momento justo y reconocido con las ciudadanas y ciudadanos que sin escatimar esfuerzo alguno trabajan en silencio desde diferentes espacios en beneficio de la patria que los vio nacer, me atrevo a decir que son seres especiales dotados de una fuerza interna que los ayuda a vencer los obstáculos para alcanzar la meta que se proponen.

En nuestro país han existido, existen y habrán siempre estos insignes patriotas, que despojándose de todo interés personal colaboran con ahínco para forjar en alto relieve el nombre del país y de su provincia. Lo hacen porque sienten amor por su tierra, porque por sus venas corre un torrente de ideales y anhelos que los cristalizan, no sin antes probar la hiel de la frustración, o la crítica desaprensiva que algunos miopes suelen hacer y que nunca faltan; pero, es su tenacidad, su visión y la convicción de que la tarea que realizan tarde o temprano rendirá frutos lo que los motiva y dejan como legado a las nuevas generaciones. Así pues, Eugenio de Santa Cruz y Espejo, Eloy Alfaro Delgado, Juan Montalvo Fiallos, Luis Vargas Torres, Marieta de Veintimilla, Manuela Cañizares, María Rosa Vela de Páez, Josefa Maenza, Jorge Carrera Andrade, Alfredo Pareja Diezcanseco, Pedro Jorge Vera, Leopoldo Benítez Vinueza, Joaquín Gallegos Lara, Demetrio Aguilera Malta y más, muchos más, son los ciudadanos que con fe y denuedo, desde distintos ámbitos contribuyeron a la grandeza de esta tierra bendita en la vivimos. Entre todas estas celebridades, mujeres y hombres de lucha y de letras, brilla con luz propia y fulgurante un ciudadano de altísimos quilates, su obra ya ha trascendido los límites de nuestra patria, cuyo nombre es sinónimo de cultura y ejemplo de audacia, tenacidad y pundonor, hablo de Manuel Benjamín Carrión Mora, mentalizador y fundador de la “Casa de la Cultura Ecuatoriana”, que más tarde en justo homenaje a este sureño altruista de amplísima cultura, la misma llevaría su nombre.

Hoy su obra es perenne símbolo de libertad, democracia y cultura.

En la página 30, del cuaderno 3 del domingo 28 de diciembre de 2008, en el “Rincón del filatelista” aparece un artículo que dice: BENJAMÍN CARRIÓN, un recorrido por su vida. Junto a una estampilla de correos del Ecuador de 0,50 ctvos., en este artículo se narra brevemente la vida de este ecuatoriano inmortal (No tiene nombre del autor).

Por la importancia que tiene el aludido y la necesidad de relevar el nombre de este ilustre hombre ecuatoriano, para conocimiento de los ciudadanos que de alguna manera desconocen la trayectoria fecunda del fundador de la entidad cultural más grande que tiene el Ecuador, transcribo el texto.

Benjamín Carrión, nació en Loja, en 1897 y murió en Quito el atardecer del jueves 8 de marzo de 1979. Estuvo casado con la distinguida dama Agueda Eguiguren. Los estudios primarios y secundarios los realizó en su ciudad natal. Obtuvo el título de doctor en Jurisprudencia en la Universidad Central. Manuel Benjamín Carrión Mora, de amplia figuración, además, como diplomático, político, catedrático universitario, fue un hombre de prestigio internacional, reconocido en múltiples ocasiones, especialmente por su obra literaria. Carrión militó en el socialismo y fue Secretario General de su partido y candidato a la vicepresidencia de la república, en fórmula con Antonio Parra Velasco; como diplomático fue embajador en París, Santiago de Chile, México y Colombia, delegado ecuatoriano ante la UNESCO. Actuó como Ministro de Educación y le correspondió fundar la Casa de la Cultura Ecuatoriana en 1944. Diputado en varias oportunidades; como periodista fue director del diario “El Sol” y como columnista de varios periódicos y publicaciones. Rector y vicerrector universitario, estuvo junto a la juventud como profesor de varias especialidades, particularmente literarias. Su última actuación fue la de Presidente del Tribunal Supremo Electoral, para llegar a la constitucionalidad del país; se retiró de él por motivos de salud, después de haberse posesionado el 3 de abril de 1978.

La obra de Benjamín Carrión, fue reconocida y valorada repetidamente en el ambiente internacional, habiendo alcanzado una serie de distinciones; el premio Benito Juárez, que le fue entregado por el presidente de México, Gustavo Días Ordaz, quien hizo elogio de la extraordinaria personalidad artística, literaria y humana del escritor ecuatoriano. Benjamín Carrión fue un hombre superior. Alcanzó las más altas cumbres del saber, sus libros fueron leídos y estudiados en los más prestigiosos círculos internacionales de cultura, junto con los calificados del pensamiento contemporáneo y fue objeto de singulares honores. Un patriota desinteresado y sincero; cuando el Ecuador fue derrotado en 1941, la voz del maestro se elevó para formular una acerba requisitoria: “Nos ha tocado vivir la época más dura por desinteresada, por regresiva, por vergonzosa y trágica de nuestro vivir llamado republicano, la patria ha sido humillada y vencida. A los hombres libres del Ecuador les ha tocado presenciar, impotentes, el asesinato del pasado, la anulación del presente, la mutilación del porvenir nacional”. Luego mantuvo la urgencia de “Volver a tener Patria”. Carrión murió luchando, acusando del asesinato del líder y fundador del FRA, (Abdón Calderón M.). Con voz firme señaló que el delito ha sido cometido por quienes tienen poder, se trata de un asesinato político perpetrado el 29 de noviembre de 1978. (Tomado del diario “El Comercio” Diciembre 28 de 2008).

Este es un resumen breve de la trayectoria literaria, política y cultural de uno de los hombres más destacados del siglo pasado, Benjamín Carrión Mora, por tanto, es plausible mantener vigente su trajinar fecundo que ha beneficiado sin límites al quehacer cultural del Ecuador.

La patria se hace grande y digna cuando sus hijos conocen sus raíces y su historia, cuando honran la memoria de las ciudadanas y ciudadanos que han luchado por la democracia, la libertad y la cultura de su pueblo. No son los títulos nobiliarios ni los apellidos de abolengo los que hacen historia, sino el tesón acucioso conque enriquecemos nuestro intelecto, el afán investigativo para saber de donde venimos, eso nos proporciona identidad, autoestima y sapiencia. Cuando de alguna manera seguimos los pasos de quienes nos legaron su sabiduría, estamos contribuyendo también a crear una secuencia y un eslabón con nuestro pasado, en el presente y para el futuro. Somos los artífices del escenario propicio para desarrollar nuestros conocimientos y habilidades; será el espacio en el que quienes nos preceden, un día también tendrán su momento culminante. Todo esto se puede cristalizar cuando ponemos lo más importante de nosotros como es la disciplina, el esfuerzo, la constancia, la fe y la convicción en lo que decidimos hacer, crear y expresar a través del espacio que mejor nos guste, esto es: poesía, pintura, escultura, literatura, etc., etc.

Sabemos que todo ser humano tiene el poder de la creatividad y el deseo de la superación, lo único que necesitamos es descubrirlo y ponerlo en práctica, avizorando siempre el horizonte de esa superación personal, soslayando la mediocridad, aceptando las limitaciones que tenemos, pero también explotando las virtudes que nos adornan, este trajinar positivo conlleva el beneficio de la madurez emocional. Aprendamos a ser discípulos de la vida, para mañana ser maestros del conocimiento con grandeza de espíritu, con la sencillez del hombre del pueblo y con el orgullo de ser ecuatorianos, como lo hicieron Oswaldo Guayasamín, Kingman, Leonardo Tejada, Benjamín Carrión Mora y más hombres de bien que rubricaron sus nombres para la posteridad, con sana humildad y sabiduría. Contribuyamos a su grandeza desde nuestras trincheras, por humildes que sean, hagámoslo con decoro, dignidad y amor propio, esgrimiendo como única arma y escudo la verdad.

Como lo han hecho todos aquellos a quienes hoy me cupo el honor de nombrarlos para ejemplo nuestro. Mujeres y hombres que aman y amaron su patria.

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