LA CARRETERA LATACUNGA-SALCEDO-NAPO, UN SUEÑO NO ALCANZADO
No quiero aparecer como un defensor de lo que parece ser una “causa perdida”, tampoco un provinciano que busca protagonismo, defendiendo el sano interés de su tierra, llegar al Oriente por camino propio como lo hicieron nuestros antepasados. Quiero hacer algo de historia y leyenda, recordando hechos que siempre alimentaron y guiaron a ese sueño incumplido de los latacungueños.
Una lejana referencia de los contactos de los pueblos serranos con los amazónicos, nos hacen conocer las ruinas de El Salitre, ubicadas al nororiente de nuestro Cotopaxi; ellas en su momento representaron el nexo del intercambio existente entre las dos regiones, cuando los Panzaleos estuvieron emparentados y relacionados pero con su propia cultura, con los Puruháes por el sur, los Quitus por el norte, los Yumbos por el occidente y los Jíbaros por el oriente. Lo prueba la probanza de méritos de Gil Ramírez Dávalos, en la conquista de Quijos y fundación de Baeza, documento donde resalta la participación de Sancho Hacho, cacique de Latacunga, cuñado de uno de los caciques de Quijos, casado con una de sus hermanas, particular que nos permite “inferir que antes de la conquista de los españoles, los indios de la Sierra mantenían relaciones hasta de familia con los indios de la región oriental amazónica…” escribe monseñor González Suárez en su “Historia General de la República del Ecuador”1.
Para el mismo historiador, “cuando los conquistadores venían a Quito en su segunda expedición, Luis Daza topó en Latacunga con un indio extranjero el cual le dijo que había venido a Quito, mandado por su rey”, a conferenciar con Atahualpa y alertarle sobre el enemigo blanco, que era para su pueblo una amenaza2. Del encuentro, al español le llamó la atención unos granitos dorados que exhibía el indio junto a sus otros compañeros. Averiguando el asunto dijo llamarse Hito Chi, según unos y Llulla Pinga, según otros y para muchos historiadores, Muequetá.
Frente a este asunto, Daza lo primero que hizo es convencer a Benalcázar para que le dejara de guarnición en Tacunga junto a unos cuantos compatriotas, con la misión de capturar a Rumiñahui que con parte de sus huestes merodeaba por Píllaro, según unos informantes y por Sigchos, de acuerdo a otras versiones, aunque en realidad lo que quería es conocer los territorios de donde procedían las “pepitas doradas” y de paso, unas olorosas cortezas, que ya fueron entregadas a Pizarro en Cajamarca por Atahualpa, como parte de los obsequios dados a los conquistadores. Dice la leyenda que simulando salir de cacería, Daza y varios de sus compañeros, el indio chibcha y los suyos, abandonaron Latacunga y dirigiéndose por Locoa, Pusuchisí, Tuavillí, nacientes del río Illuchi, se internaron en los páramos, trasmontaron la cordillera, alcanzaron los orígenes del río Langoa y sorprendidos vieron la inmensidad de la llanura amazónica con innumerable cantidad de lagunas, ríos y cascadas. Habían llegado a la zona de los Llanganates; la tierra del Dorado y la Canela, estaba a su vista.
Al escasear los víveres y presos de cansancio y decepción, pues Hito Chi, no señalaba en forma precisa el origen de las “pepitas doradas”, Daza regresa a Latacunga, sin mayores resultados, pero algo es cierto, el llamado Muequetá, Hito Chi o Llulla Pinga, era un cuentista que aprovechó la extremada ambición y tonta credulidad de los españoles3.
El diario El Comercio del 3 de junio de 2007 publica un artículo denominado “Salcedo-Tena, un camino mágico”, su autor Galo Sosa, en forma amena y detallada nos pinta la hermosura de la región, con sus lagunas, su rica flora y fauna y la alegría de sus pocos habitantes. De acuerdo con el tema escribe “en la transición del erial al bosque nublado aún se conserva intacto el sendero por donde caminaban los chasquis. El sector se denomina las siete curvas. Allí se observa un sistema de vías en zigzag, por ahí transitaban los incas en busca de la canela, el oro y era paso obligado para ir al Oriente”, comentario que unido a la fauna del parque nacional Llanganates, no solo por su rica biodiversidad, sino por guardar el “tesoro de Atahualpa”, da mayor veracidad a los lejanos tiempos aborígenes del intercambio existente entre los pueblos de las dos regiones y desde luego la existencia de vías de comunicación.
Mucho tiempo después, durante la Colonia, apareció otra leyenda, más creíble por cierto, el tesoro de Atahualpa en los Llanganates y el famoso “Derrotero de Valverde”. Desde entonces muchos nacionales y extranjeros caza fortunas y arqueólogos desde Latacunga hicieron exploraciones; varios hasta perdieron la vida por llegar al oriente y adueñarse de sus riquezas.
Pasaron los años, con el advenimiento del gobierno liberal, Eloy Alfaro firma el ejecútese del decreto legislativo del 20 de septiembre de 1900 que entre otras cosas dispone “considerando, que el progreso de los pueblos depende principalmente de las vías de comunicación… Decreta, Art.1º- Constrúyase un camino que ponga en comunicación la región Oriental del Napo, con el territorio de la provincia de León…”. Otros artículos señalan la recaudación de fondos para la obra y la administración a cargo de una Junta (R.O.No. 1229-1º de octubre 1900).
Poco tiempo después el 20 de enero de 1903, durante el gobierno de Leonidas Plaza G., se inician los trabajos desde Latacunga hacia el Oriente, lo confirman los escritos del ecuatoriano Carlos A. Rolando y de los investigadores alemanes Hans Meyer y N. Reschreiter, de visita en nuestro país para estudiar su geografía. Los europeos estuvieron en Latacunga y su territorio, en el verano de 1903. Tomaron contacto con mucha gente, entre ellos se entrevistaron con “un general F., pretendiente a la Presidencia”, y conocen que el gobierno de la época, para “mantenerle quieto”, dispone que el Tesoro Público, le entregue 80.000 sucres para que construya un “camino utilizable desde Latacunga a la provincia de Oriente”. Según los alemanes, solo había “trazado” el camino, ganándose 50.000 sucres, pero quería más recursos, para lo cual pidió el apoyo y visto bueno de los extranjeros, que por suerte, no le dieron4. Cuál fue la vía de ese contrato?.
· Latacunga-Salcedo-Napo.
· Latacunga-Mulaló-Quilindaña-Napo?
Para el año de 1903, de acuerdo con la “Memoria del Ministerio de Guerra y Marina”, presentado al Congreso, en la relación de los oficiales en servicio activo, constan solo tres generales: Flavio E. Alfaro, Ministro de Guerra; en el depósito de inválidos (pensionistas) general Manuel S. Yépez, y desempeñando “destinos civiles”, general Leonidas Plaza G.. Juzgue el lector cual podría ser el general F. citado por Meyer. Finalmente la mentada trocha se terminó en julio de 1910, en el gobierno de Eloy Alfaro5.
La ansiada y soñada vía de penetración al oriente por Latacunga quedó abandonada hasta los años 40 cuando los ingenieros militares retoman el asunto. En las diferentes comisiones tomaron parte dos distinguidos latacungueños, en ese entonces los tenientes Marcos Gándara Enríquez y N. Coronel, que realizaron innumerables recorridos y trazados de la esperada vía Latacunga-Salcedo-Napo, siguiendo el río Mulatos, Las Camuelas, Niágara, Napo, proyecto que para 1944 quedó paralizado en la garganta de Amina de difícil topografía y donde se inicia el descenso brusco de la cordillera oriental hacia la planicie amazónica.
La construcción de la actual y abandonada carretera se inició aproximadamente hace 40 años. Su extensión se estima más o menos en 130 Km., de los cuales están construidos algo más de 60 Km., (Cumbijín-puente Ana Tenorio) a partir de la serranía y unos 33 desde Tena, faltando apenas unos 37 Km. La vía en realidad, amenaza la biodiversidad del parque de los Llanganates que constituye una reserva de agua para unas 150.000 personas y posiblemente afectaría a varias pequeñas centrales hidroeléctricas6.
Los defensores del parque, ambientalistas, ecologistas, no presentan alternativas, situación que sumada al poco interés de las autoridades cotopaxenses y latacungueñas, el camino, no avanza. Una prueba de ese descuido son los diversos artículos publicados sobre la carretera y los Llanganates, desde la redacción de Ambato, que hasta omite la participación de la provincia de Cotopaxi, en el famoso parque; por suerte, el “tesoro de Atahualpa”, sigue allí: oro, cobre, petróleo…potencial riqueza que no es leyenda, por tanto, aprovecharla inteligente y responsablemente es el desafío de gobernantes y gobernados.
No quiero aparecer como un defensor de lo que parece ser una “causa perdida”, tampoco un provinciano que busca protagonismo, defendiendo el sano interés de su tierra, llegar al Oriente por camino propio como lo hicieron nuestros antepasados. Quiero hacer algo de historia y leyenda, recordando hechos que siempre alimentaron y guiaron a ese sueño incumplido de los latacungueños.
Una lejana referencia de los contactos de los pueblos serranos con los amazónicos, nos hacen conocer las ruinas de El Salitre, ubicadas al nororiente de nuestro Cotopaxi; ellas en su momento representaron el nexo del intercambio existente entre las dos regiones, cuando los Panzaleos estuvieron emparentados y relacionados pero con su propia cultura, con los Puruháes por el sur, los Quitus por el norte, los Yumbos por el occidente y los Jíbaros por el oriente. Lo prueba la probanza de méritos de Gil Ramírez Dávalos, en la conquista de Quijos y fundación de Baeza, documento donde resalta la participación de Sancho Hacho, cacique de Latacunga, cuñado de uno de los caciques de Quijos, casado con una de sus hermanas, particular que nos permite “inferir que antes de la conquista de los españoles, los indios de la Sierra mantenían relaciones hasta de familia con los indios de la región oriental amazónica…” escribe monseñor González Suárez en su “Historia General de la República del Ecuador”1.
Para el mismo historiador, “cuando los conquistadores venían a Quito en su segunda expedición, Luis Daza topó en Latacunga con un indio extranjero el cual le dijo que había venido a Quito, mandado por su rey”, a conferenciar con Atahualpa y alertarle sobre el enemigo blanco, que era para su pueblo una amenaza2. Del encuentro, al español le llamó la atención unos granitos dorados que exhibía el indio junto a sus otros compañeros. Averiguando el asunto dijo llamarse Hito Chi, según unos y Llulla Pinga, según otros y para muchos historiadores, Muequetá.
Frente a este asunto, Daza lo primero que hizo es convencer a Benalcázar para que le dejara de guarnición en Tacunga junto a unos cuantos compatriotas, con la misión de capturar a Rumiñahui que con parte de sus huestes merodeaba por Píllaro, según unos informantes y por Sigchos, de acuerdo a otras versiones, aunque en realidad lo que quería es conocer los territorios de donde procedían las “pepitas doradas” y de paso, unas olorosas cortezas, que ya fueron entregadas a Pizarro en Cajamarca por Atahualpa, como parte de los obsequios dados a los conquistadores. Dice la leyenda que simulando salir de cacería, Daza y varios de sus compañeros, el indio chibcha y los suyos, abandonaron Latacunga y dirigiéndose por Locoa, Pusuchisí, Tuavillí, nacientes del río Illuchi, se internaron en los páramos, trasmontaron la cordillera, alcanzaron los orígenes del río Langoa y sorprendidos vieron la inmensidad de la llanura amazónica con innumerable cantidad de lagunas, ríos y cascadas. Habían llegado a la zona de los Llanganates; la tierra del Dorado y la Canela, estaba a su vista.
Al escasear los víveres y presos de cansancio y decepción, pues Hito Chi, no señalaba en forma precisa el origen de las “pepitas doradas”, Daza regresa a Latacunga, sin mayores resultados, pero algo es cierto, el llamado Muequetá, Hito Chi o Llulla Pinga, era un cuentista que aprovechó la extremada ambición y tonta credulidad de los españoles3.
El diario El Comercio del 3 de junio de 2007 publica un artículo denominado “Salcedo-Tena, un camino mágico”, su autor Galo Sosa, en forma amena y detallada nos pinta la hermosura de la región, con sus lagunas, su rica flora y fauna y la alegría de sus pocos habitantes. De acuerdo con el tema escribe “en la transición del erial al bosque nublado aún se conserva intacto el sendero por donde caminaban los chasquis. El sector se denomina las siete curvas. Allí se observa un sistema de vías en zigzag, por ahí transitaban los incas en busca de la canela, el oro y era paso obligado para ir al Oriente”, comentario que unido a la fauna del parque nacional Llanganates, no solo por su rica biodiversidad, sino por guardar el “tesoro de Atahualpa”, da mayor veracidad a los lejanos tiempos aborígenes del intercambio existente entre los pueblos de las dos regiones y desde luego la existencia de vías de comunicación.
Mucho tiempo después, durante la Colonia, apareció otra leyenda, más creíble por cierto, el tesoro de Atahualpa en los Llanganates y el famoso “Derrotero de Valverde”. Desde entonces muchos nacionales y extranjeros caza fortunas y arqueólogos desde Latacunga hicieron exploraciones; varios hasta perdieron la vida por llegar al oriente y adueñarse de sus riquezas.
Pasaron los años, con el advenimiento del gobierno liberal, Eloy Alfaro firma el ejecútese del decreto legislativo del 20 de septiembre de 1900 que entre otras cosas dispone “considerando, que el progreso de los pueblos depende principalmente de las vías de comunicación… Decreta, Art.1º- Constrúyase un camino que ponga en comunicación la región Oriental del Napo, con el territorio de la provincia de León…”. Otros artículos señalan la recaudación de fondos para la obra y la administración a cargo de una Junta (R.O.No. 1229-1º de octubre 1900).
Poco tiempo después el 20 de enero de 1903, durante el gobierno de Leonidas Plaza G., se inician los trabajos desde Latacunga hacia el Oriente, lo confirman los escritos del ecuatoriano Carlos A. Rolando y de los investigadores alemanes Hans Meyer y N. Reschreiter, de visita en nuestro país para estudiar su geografía. Los europeos estuvieron en Latacunga y su territorio, en el verano de 1903. Tomaron contacto con mucha gente, entre ellos se entrevistaron con “un general F., pretendiente a la Presidencia”, y conocen que el gobierno de la época, para “mantenerle quieto”, dispone que el Tesoro Público, le entregue 80.000 sucres para que construya un “camino utilizable desde Latacunga a la provincia de Oriente”. Según los alemanes, solo había “trazado” el camino, ganándose 50.000 sucres, pero quería más recursos, para lo cual pidió el apoyo y visto bueno de los extranjeros, que por suerte, no le dieron4. Cuál fue la vía de ese contrato?.
· Latacunga-Salcedo-Napo.
· Latacunga-Mulaló-Quilindaña-Napo?
Para el año de 1903, de acuerdo con la “Memoria del Ministerio de Guerra y Marina”, presentado al Congreso, en la relación de los oficiales en servicio activo, constan solo tres generales: Flavio E. Alfaro, Ministro de Guerra; en el depósito de inválidos (pensionistas) general Manuel S. Yépez, y desempeñando “destinos civiles”, general Leonidas Plaza G.. Juzgue el lector cual podría ser el general F. citado por Meyer. Finalmente la mentada trocha se terminó en julio de 1910, en el gobierno de Eloy Alfaro5.
La ansiada y soñada vía de penetración al oriente por Latacunga quedó abandonada hasta los años 40 cuando los ingenieros militares retoman el asunto. En las diferentes comisiones tomaron parte dos distinguidos latacungueños, en ese entonces los tenientes Marcos Gándara Enríquez y N. Coronel, que realizaron innumerables recorridos y trazados de la esperada vía Latacunga-Salcedo-Napo, siguiendo el río Mulatos, Las Camuelas, Niágara, Napo, proyecto que para 1944 quedó paralizado en la garganta de Amina de difícil topografía y donde se inicia el descenso brusco de la cordillera oriental hacia la planicie amazónica.
La construcción de la actual y abandonada carretera se inició aproximadamente hace 40 años. Su extensión se estima más o menos en 130 Km., de los cuales están construidos algo más de 60 Km., (Cumbijín-puente Ana Tenorio) a partir de la serranía y unos 33 desde Tena, faltando apenas unos 37 Km. La vía en realidad, amenaza la biodiversidad del parque de los Llanganates que constituye una reserva de agua para unas 150.000 personas y posiblemente afectaría a varias pequeñas centrales hidroeléctricas6.
Los defensores del parque, ambientalistas, ecologistas, no presentan alternativas, situación que sumada al poco interés de las autoridades cotopaxenses y latacungueñas, el camino, no avanza. Una prueba de ese descuido son los diversos artículos publicados sobre la carretera y los Llanganates, desde la redacción de Ambato, que hasta omite la participación de la provincia de Cotopaxi, en el famoso parque; por suerte, el “tesoro de Atahualpa”, sigue allí: oro, cobre, petróleo…potencial riqueza que no es leyenda, por tanto, aprovecharla inteligente y responsablemente es el desafío de gobernantes y gobernados.
[1] Obra citada – Vol. I- Ed. CC-Quito-1969 pág. 748-749
2 Id. pág. 680.- M. Gustavo Iturralde en su artículo “Cotopaxi”, publicado en la revista del Colegio Militar “Eloy Alfaro” pág. 99-103, en junio de 1962, escribe que el encuentro de Daza con el indio chibcha, se produjo en el río Yanayacu, en circunstancias que bañaba la caballada española.
3 En lengua caribe: HITO= hombre, varón.
CHI= vivo, activo, propenso a la mentira
2 Id. pág. 680.- M. Gustavo Iturralde en su artículo “Cotopaxi”, publicado en la revista del Colegio Militar “Eloy Alfaro” pág. 99-103, en junio de 1962, escribe que el encuentro de Daza con el indio chibcha, se produjo en el río Yanayacu, en circunstancias que bañaba la caballada española.
3 En lengua caribe: HITO= hombre, varón.
CHI= vivo, activo, propenso a la mentira
(Federico González Suárez, pág. 364-365)
En lengua quichua: LLULLA= mentira, mentiroso.
PINGA= ocioso, vago.
4 Hans Meyer. “En los altos Andes del Ecuador”. Ed. Abya Yala-Quito, 1993, pág. 280-284.
5 Carlos A. Rolando. “Obras Públicas Ecuatorianas”. Talleres Graf. Sociedad Filantrópica-Guayaquil, 1930, pág. 223-229.
6 Creación del parque 18 de enero de 1996. Su extensión aproximada es de 220.000 Has. distribuidas en cuatro provincias: Cotopaxi, Tungurahua, Pastaza y Napo. Es el decimotercer humedal de nuestro país, con importancia mundial.
En lengua quichua: LLULLA= mentira, mentiroso.
PINGA= ocioso, vago.
4 Hans Meyer. “En los altos Andes del Ecuador”. Ed. Abya Yala-Quito, 1993, pág. 280-284.
5 Carlos A. Rolando. “Obras Públicas Ecuatorianas”. Talleres Graf. Sociedad Filantrópica-Guayaquil, 1930, pág. 223-229.
6 Creación del parque 18 de enero de 1996. Su extensión aproximada es de 220.000 Has. distribuidas en cuatro provincias: Cotopaxi, Tungurahua, Pastaza y Napo. Es el decimotercer humedal de nuestro país, con importancia mundial.
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